En el paseo matutino diario en los alrededores del
monasterio el Maestro Zunhg y varios monjes caminaban siendo conscientes de
cada uno de sus pasos. Otra forma de meditar que el maestro Zunhg enseñaba a
los monjes. Cerca de ellos se oía el griterío de varias personas. Eran
campesinos del lugar y tenían una disputa por una ideología. Los monjes
siguieron su caminar y conscientes de sus movimientos presentes. Cuando
llegaron al monasterio y terminando la práctica uno de los monjes se acercó al
maestro Zunhg y le pregunto.
─!Maestro! Soy consciente de que me he aferrado a la situación de
aquellas personas que discutían por sus ideologías y quería compartirlo
contigo. No he podido anular y apartar de mí, el sentimiento que ha surgido del
contacto al escuchar sus palabras.
─¿Y
sabes que tienes que hacer?─Exclamó el Maestro.
─!Si,
Maestro!. Ver el mundo y lo que nos rodea tal como es, no como la mente
dualista nos quiere mostrar, sin dejar interponerse al “yo” sustancial que
muestra la mente en sus creaciones.
─
Y el Maestro prosiguió…
Debemos conocer nuestra propia mente y controlar sus
movimientos para poder alcanzar la máxima felicidad. Sigue practicando diaria y
constante para que cale en ti y crezca la semilla que estás plantando con
raíces fuertes como las de un bambú.
Estella Bono
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